L'ESSENTIALISME

El Esencialismo,

una corriente de vida et de amor

 

El Esencialismo no tiene comparación ni con el gnosticismo, el ocultismo o el esoterismo, etc.  Es la filosofía de los tiempos nuevos, accesible a todos los hombres sin distinción, a condición de que ellos sean sinceros en su deseo de colaborar en la edificación de un mundo mejor, el cual, para tomar forma, exige una humanidad renovada por sus propios esfuerzos.  Es una corriente de vida, de fuerza y de amor que brota del corazón universal y contiene la respuesta a todas las necesidades del hombre, a sus temores, a sus angustias, siempre y cuando él se abstraiga de su egoísmo, de su orgullo, de sus concepciones erróneas. Es una ética de vida que no se encuentra en ningún libro, ni siquiera entre los mejores. Es también una Escuela de re enderezamiento voluntario y constante de todas las desviaciones de la naturaleza humana. Y que se apoya en la moral y en los grandes principios divinos descubiertos y vividos por los Profetas y el Maestro de los cristianos, quienes tuvieron el coraje de experimentarlos, de ir al fondo de las cosas, afín de dar al hombre la posibilidad de volver a encontrar el camino de su verdadero destino.

 

  

El pueblo es la sangre del mundo

 

El pueblo es la sangre del mundo. Y hoy, la sangre del mundo está enferma por la mentalidad de los hombres, por su egoísmo, su orgullo, su mentira y su hipocresía.  Las vanas teorías contenidas en su política, no cambiaran en nada su estado actual.  No es tampoco en el  hecho de salir a la calle para gritar su descontento y reivindicar sus derechos que se encuentra el remedio a la miseria humana.  

 

El mal que sufren los hombres está contenido, ante todo, en su mentalidad.  Y porque todos ellos tienen los mismos defectos, más o menos desarrollados, ellos no actúan mejor que aquellos que los dirigen y cuyo comportamiento critican.  Todos hablan de justicia, pero todos son injustos.  A veces sin tener conciencia de ello. 

 

Si las actuales dificultades, políticas, económicas y sociales llevaran al hombre a reflexionar más, tal vez él comprendería que, si el se niega a mejorarse, el mundo nunca cambiará.  Es él, el individuo, quien, progresivamente, debe adquirir una sangre nueva física y psíquica, a través de una nueva manera de pensar, de hablar, de vivir, de alimentarse, que renovará y fortalecerá todo su ser.  ¡Es él, el hombre, quien debe operar esta revolución personal y voluntaria que se reflejará en el mundo y evitará las revoluciones violentas, las cuales nunca han mejorado la suerte del individuo ni la situación del mundo!  De ahí el estado actual de una sociedad de la cual sería mejor no pasar las páginas de su historia, sino arrancarlas, afín de que nada subsista en las memorias, y que el tercer milenio sea el de una nueva era, en la que los hombres escarmentados se suscribirán a todas las leyes de Dios.  Las cuales se reflejarán en su conducta y en sus propias leyes.  

 

Si, desde ahora, tuviéramos todos el coraje de emprender el combate contra nosotros mismos y ya no contra los demás, el júbilo contenido en el esfuerzo voluntario nos haría cada día más fuertes, más libres y más felices.  Y también más lúcidos porque seríamos más humildes.  Admitiríamos, tal vez, que nuestras manos no eran más limpias que las de ellos.  

 

Hoy día, el valiente hombre de la calle apenas puede contener su cólera, esperando que no será arrastrado por la fuerza por los poseídos por el demonio de la guerra.  La guerra, la cual, desde hace tiempo debería ser condenada por una sociedad civilizada.  Hasta tanto la paz no sea establecida en el corazón y el espíritu del hombre curado de su agresividad, la palabra “paz” será siempre una palabra vana.  Una esperanza absurda para una sociedad incapaz de arreglar sus problemas y de defender sus derechos y sus libertades de otro modo que no sea con armas letales, en lugar de buscar medios de llevarse bien y de comprenderse.  Y, a pesar de sus conferencias sobre la paz, el hombre continuará forjando, vendiendo y comprando armas de guerra que habrá que utilizar un día y que harán de él el asesino de sus semejantes, en el nombre de una ideología aberrante que pretende reparar las injusticias con otras injusticias, lo que no cambia en nada el estado de las cosas  y al contrario, continúa dividiendo a los hombres, desencadenando sus instintos primitivos en una acción contraria a la paz, la libertad y la felicidad de los individuos y de los pueblos.  

 

Se comprende, a través de tal estado de cosas, que todo el mal del mundo está concentrado en la mentalidad del hombre, en su amoralidad, sus celos, su envidia que hacen de él un lobo para sus semejantes.  

El remedio a esta decadencia está al alcance de los hombres, en su retorno a una existencia sana y natural, vivida en la fe en Aquél que se las ha trazado, en el respeto a la vida, la suya y la de los demás.  Es ahí que ellos verán dinamizarse sus más altas posibilidades aún sin explotar y realizarse un nuevo mundo de paz, en el cual todos colaborarán, mientras que, hasta ahora, ellos eran el obstáculo para esta realización a causa de su abominable pretensión de prescindir de Dios y de hacer mejor que Él.  

La humanidad no podrá reencontrar la alegría de vivir sin del mejoramiento de las mentalidades individuales, lo que cambiaría mucho las cosas en todos los grados de la escala social.  Pues el hombre, consciente de sus derechos, sin nunca descuidar sus deberes, volvería a ser el hermano de su prójimo, Y todos se sentirían unidos y en seguridad en otra corriente:  el de la vida y el amor a Dios.

 

¿Por qué no probar este modo de vida natural y lógico, propuesto y probado por aquellos que se esfuerzan por vivir en la corriente de vida y de amor y que atraería para el hombre mejores condiciones de existencia a través de un nuevo comportamiento?  Finalmente sometido a las leyes cósmicas de sabiduría, de justicia y de amor, apaciguado, satisfecho, suavizado, él sería un bienhechor para él mismo y para sus semejantes, pues viviría realmente las palabras del Maestro de los cristianos: “Amaos los unos a los otros”